Las grandes olvidadas: las mujeres españolas en la Resistencia francesa Isabel Munera Sánchez (comunicación del Congreso “Mujeres, libres y libertarias”, celebrado en Madrid en 2005)




Un gran manto de olvido ha cubierto durante muchos años la participación española en la Resistencia francesa. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, los franceses se dedicaron a construir una historia de la Resistencia que ignoraba la importante presencia de extranjeros en la liberación de Francia, y que convertía a los franceses en los protagonistas indiscutibles de la lucha que se libraba en Europa contra el nazismo. Pero si la presencia de los republicanos españoles fue ignorada, la de las mujeres ha sido completamente silenciada, convirtiéndose, muy a su pesar, en protagonistas invisibles de una historia de olvido. 

Ha llegado el momento de levantar ese manto de silencio y de recuperar la memoria de todas estas mujeres anónimas que arriesgaron su vida para que el mundo recuperara la libertad. Este es, sin duda, el principal objetivo de esta intervención. Porque como muy bien señaló el escritor francés André Malraux ya en 1975: “Los que han querido confinar a la mujer al simple papel de auxiliar de la Resistencia, se equivocan de guerra”.

De guerra sabían mucho ya las mujeres españolas cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. El triunfo del levantamiento franquista en España las había empujado al exilio huyendo de los bombardeos. En las últimas semanas del mes de enero y principios de febrero de 1939, cerca de 500.000 españoles cruzaron los pasos pirenaicos en la más importante emigración forzosa de la historia de España. Niños, ancianos, mujeres, soldados y familias enteras comenzaron entonces un largo peregrinar por medio mundo, aunque los dos lugares más importantes de asentamiento de estos españoles desarraigados serían Francia y México1.

Huyendo de un destino que se presentaba incierto, los refugiados depositaron sus esperanzas en el país vecino, una tradicional tierra de asilo y cuna además de los Derechos del Hombre. Pero las autoridades francesas, nada habían previsto, pese a que la derrota del ejército republicano se hacía cada vez más evidente. Días y noches a la intemperie, muertos de frío y hambre, los exiliados españoles esperaron su turno para cruzar la frontera. Ya en suelo francés, los gendarmes se encargarían de separar a las familias. Los hombres que estaban en condiciones de trabajar fueron conducidos a campos de concentración, mientras que las mujeres, los niños, los enfermos y los ancianos fueron evacuados masivamente a improvisados albergues y centros de acogida en diversos departamentos del interior.

Pese a las manos que les tenderán algunos franceses solidarios con su situación, en general, el recibimiento del pueblo francés será hostil. Además, la prensa conservadora y de extrema derecha se encargará de exaltar aún más los ánimos. “Invasión de refugiados”, “ruinas humanas”, “marea de fugitivos”,  “bestias carnívoras de la Internacional” o “la hez de los bajos fondos y de las cárceles”2, serán algunos de los calificativos que recibirán los republicanos españoles.

Las condiciones de vida durante los primeros meses en los campos de concentración de Argelès, Saint Cyprien y Barcarès serán especialmente duras. Playas desnudas, rodeadas de alambradas sin un lugar donde guarecerse del frío, sin apenas nada que llevarse a la boca, sin medidas de higiene, sin medicamentos, bebiendo agua salobre y haciendo sus necesidades en la playa, de donde procedía el agua que bebían. Con estas condiciones, serán muchos españoles los que mueran en los primeros momentos de su llegada a Francia.

Aunque algunas mujeres vivirán en primera persona esta realidad, serán una minoría. La mayor parte pasará estos primeros meses de exilio en albergues y centros de acogida donde las condiciones de vida no serán, sin embargo, mucho mejores. En escuelas, cuarteles, granjas, cuadras o viejas fábricas dormirán en el suelo o sobre paja, sin agua caliente, sin ropa de abrigo, sin apenas comida con la que alimentar a sus hijos y con la incertidumbre de no saber cuál es la situación de sus familiares encerrados en los campos de concentración.

Muy pronto, las autoridades francesas intentarán deshacerse de unos refugiados que consideran una “gran carga” para su economía y fomentarán las repatriaciones a terceros países, sobre todo, de América Latina y el retorno a España, incluso recurriendo en muchas ocasiones al engaño3.

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres españolas tendrán que continuar su particular lucha por la supervivencia. Una orden de abril de 1940, que decretaba el cierre definitivo de todos los albergues, complicará aún más su situación4. Sometidas a la presión de las autoridades francesas, las mujeres se debatirán entre regresar a España, desde donde llegan noticias de que se ha desatado una brutal represión, reemigrar a terceros países, una posibilidad no siempre al alcance, o iniciar en Francia una vida en la clandestinidad.

Pero no era fácil regularizar la situación y conseguir los papeles necesarios. Además, las mujeres  no eran consideradas un colectivo interesante para la economía nacional. Si no disponían de una familia establecida en el país, sus posibilidades de permanencia eran escasas. Algunas trabajarán en el campo, otras como criadas y las menos en fábricas; pero son muchos los testimonios que nos hablan de la situación de explotación y vejaciones que sufrirán por parte de sus patronos.

Y, pese a todo, las mujeres siempre estarán en primera línea cuando se trate de impedir una injusticia. Fueron mujeres las que primero se rebelaron contra la decisión de las autoridades francesas de trasladar en marzo de 1941 a los brigadistas del campo de Argelès al norte de África. Conocedoras de las duras condiciones de los campos en las posesiones francesas del África septentrional, donde muchos refugiados encontraban finalmente la muerte, tratarán de impedir este traslado. Como recuerda una de las protagonistas, Ana Pujol: “Los hombres vacilaban y no se atrevían, temiendo las consecuencias del levantamiento. Y las mujeres decidimos llevar nosotras la lucha (...) Fue el campo de mujeres el que se levantó, en una protesta tan unánime y violenta, que las propias fuerzas que nos guardaban cogieron miedo. En pocos minutos, la avalancha de mujeres avanzando hacia el reducto donde se intentaba sacar a rastras de sus barracas a los internacionales rompió las alambradas y lo arrolló todo”5.

Pero éste no fue un episodio aislado. Neus Catalá en su estremecedor libro De la Resistencia y la deportación, recoge el testimonio de 50 mujeres españolas que participaron en esta “nueva batalla contra el fascismo internacional”. “Las mujeres españolas -recuerda Neus-, las muchachas de la JSU nos incorporamos de mil y una maneras al combate. No fuimos simples auxiliares, fuimos combatientes. De nuestro sacrificio, de nuestra sangre fría, de nuestra rapidez en detectar el peligro dependía a veces la vida de decenas de guerrilleros”6.

Como la propia Neus Catalá, fueron muchas las mujeres que se incorporaron a las filas de la Resistencia tras la ocupación de Francia por los nazis en mayo de 1940. Como enlaces, en las redes de evasión, transportando correos, municiones, armas o mensajes, dando cobijo a los perseguidos por la Gestapo y la Milicia francesa, confeccionando o distribuyendo prensa clandestina e incluso empuñando armas en batallas tan importantes como la de La Madeleine.

Eran conscientes del peligro, pero sentían que cumplían con su deber. Neus comenta: “Cuando entrábamos en la Resistencia éramos conscientes del peligro. Teníamos un 90 por 100 de posibilidades de caer. Pero caía uno, y sabíamos que diez nos remplazarían (...) Como las demás, cumplí sencillamente con mi deber. Me llamaron y respondí”7.

Para algunas mujeres, su trabajo en la Resistencia se convirtió en el centro de su existencia. Regina Arrieta recuerda: “Al principio éramos pocos los que hacíamos la Resistencia. Fueron años durísimos, pero exaltantes. A mí me pareció que mi vida comenzó el día que pasé a formar parte de la Resistencia para luchar contra el ocupante nazi”8. Otra mujer confirma estas palabras: “Mis compañeros y compañeras militantes españoles nos unimos en seguida a la Resistencia, en Francia, contra los nazis, porque aquella lucha la sentíamos como propia, considerábamos un deber defender la libertad donde fuese, como en España, frente al alemán, porque era nuestro virtual enemigo, los que habían ayudado a Franco a ganar la guerra”9.
Así, muchas mujeres que no habían ejercido actividades políticas ni militares durante la Guerra Civil, encontraron en la Resistencia francesa su oportunidad para poder luchar contra el fascismo10.

Ingrid Strobl en su magnífico libro Partisanas comenta: “Las mujeres tuvieron una aportación decisiva en la lucha contra el fascismo y el nacionalsocialismo. Entrevistas con activistas e investigadores han demostrado que la infraestructura de todo tipo de resistencia fue creada sobre todo por mujeres (...) Pero mientras el luchador activo, al ser detenido, todavía podía intentar defenderse con su arma, la mujer desarmada, con su cesto de la compra lleno de octavillas ilegales estaba totalmente a merced de sus perseguidores”11.

Fueron muchas las mujeres que fueron ejecutadas por su trabajo en la Resistencia, o que padecieron infinidad de torturas al negarse a delatar a un compañero, o que murieron en el infierno de los campos de extermino nazis. Y, sin embargo, para todas estas mujeres no hubo apenas reconocimientos ni menciones de honor. El simple hecho de ser mujer fue motivo suficiente para no ser vistas y para que su importante contribución a la Resistencia fuera ignorada.

Como apunta con gran acierto Antonina Rodrigo en su obra Mujer y exilio: “Ellos intervinieron en la guerra, en el maquis, en la resistencia (...) y pasaron a la historia, se les condecoró, se les dedicaron monumentos. Ellas también hicieron la guerra, estuvieron en el maquis, en la resistencia (...), pero en los libros de historia la mujer siguió ausente, no han recogido sus batallas”12.

Además, a diferencia de sus compañeros, las mujeres tuvieron que compatibilizar su trabajo en la Resistencia con su papel de madres. José Martínez Cobo, dirigente del PSOE en el exilio, asegura: “Las mujeres en la Resistencia han sido utilizadas siempre para transmitir mensajes, mantener lugares seguros y también han tenido el dificilísimo papel de correr todos los riesgos que corría el hombre y al mismo tiempo mantener la familia”13. Regina Arrieta afirma: “En mi casa se hacían reuniones, se confeccionaban octavillas. Tenía que trabajar, criar a mi hijo y hacer la Resistencia”14. Otra refugiada, Jesusa Bermejo, explica cómo hasta la propia policía se marchaba de su casa, punto de reunión de resistentes, al ver a tantos niños: “La policía siguió visitando mi casa, pero se quedaba poco tiempo, al ver el panorama de tanto crío; los cinco de la hermana muerta, la de mi hermana en la cárcel y los míos, todos muertos de hambre y llenos de sarna”15.

También hubo menores de edad entre las resistentes. Josefa Bas empezó a trabajar con el maquis de Dordoña a los 16 años. La misma edad tenía Lina Bosque cuando empezó a realizar labores de enlace. Esta niña-mujer recorría largas distancias a pie o en bicicleta para llevar papeles, cartas o mensajes. “Como era una cría (...), acompañaba a los compañeros y decían que conmigo pasaban más desapercibidos”. Sin embargo, y pese que exponía su vida como los demás, Lina tuvo problemas con algunos de sus compañeros varones. “Una cosa que me hizo mucha gracia fue que pedí el ingreso en el Partido, pero me dijeron que era demasiado joven. Es decir, que para eso me encontraban demasiado joven, y no lo era para hacer todas aquellas cosas que me hacían hacer (en la Resistencia)”16.

A veces, los compañeros varones tampoco veían con buenos ojos la presencia de las mujeres en la guerrilla. Regina Arrieta recuerda su experiencia al llegar al maquis: “Allí fui acogida con toda naturalidad y afecto, menos por un oficial de la Marina española Republicana, que no toleraba la presencia de las mujeres en la guerrilla”17.

Pese a estas reticencias, algunas mujeres ocuparon puestos importantes en el organigrama guerrillero como la nombrada Regina Arrieta, que perteneció a la dirección de la MOI (Mano de Obra Inmigrada) en Toulouse18 o Nati Molina “La Peque” y Carmen (otra mujer sin apellido), que formaban parte del Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros Españoles y que se encargaban de asegurar la comunicación entre las diferentes unidades. Sin embargo, no se tiene recuerdo de ellas y sus nombres se han esfumado como el de otras muchas en el tiempo19.

Mujeres jóvenes, anónimas, procedentes de las capas populares, que se vieron inmersas en el torbellino de cambios sociales, culturales, económicos y políticos que trajo la República de 1931. Mujeres que se vieron forzadas a un exilio que las condujo a un nuevo frente, el que se libraba en Europa contra el fascismo internacional. 

Su labor como enlaces fue fundamental. Aseguraban las comunicaciones entre los diversos grupos guerrilleros. Recorrían a veces más de 100 kilómetros para transportar un parte o una orden militar, llevar municiones, armas, dinero, cartillas de racionamiento, etc. Como los autobuses eran lugares muy peligrosos y sometidos a constantes inspecciones, la mayoría de las veces recorrían largas distancias a pie o en bicicleta. La labor de enlace requería una gran resistencia moral y física. 

Los enlaces eran los que más se exponían y corrían el peligro de ser torturados en caso de detención. Además, las mujeres enlaces no llevaban armas y, a veces, sólo tenían piedras para defenderse de las pistolas20.

Las mujeres también eran utilizadas para transportar explosivos, que servían para destruir  más tarde vías férreas y postes eléctricos. Luisa Alda recuerda cómo guardaba en el carrito de su niña materiales explosivos que luego se utilizaban para destruir vías de comunicación. Y todo con el único objetivo de escapar de los controles de la Gestapo.

Las refugiadas españolas se encargaban también de mantener puntos de apoyo, refugios seguros donde los “quemados” –personas perseguidas por los nazis o la Milicia francesa- podían esconderse o curarse las heridas antes de regresar al maquis. En estos refugios se diseñaban además planes militares o se guardaban papeles falsos, salvoconductos o instrumentos para la impresión de octavillas o prensa clandestina.

Los sabotajes tampoco estaban reservados a los hombres. Muchas mujeres realizaban sabotajes en las fábricas alemanas donde trabajaban. Soledad Alcón recuerda cómo para la conmemoración del armisticio de la Primera Guerra Mundial, decidieron celebrarlo con una serie de sabotajes en la fábrica. Ella se presentó voluntaria y paró todo el taller21.

La presencia femenina también fue muy importante en las cadenas de evasión, una de las primeras formas de Resistencia contra el ocupante nazi. Muy pronto se crearon redes que ayudaban a personas perseguidas a atravesar por diversos pasos de montaña la frontera pirenaica. Sin duda, una de las redes más importantes y efectivas fue la creada por el anarquista oscense Francisco Ponzán, “François Vidal” en la Resistencia, que formaba parte de la red Pat O’Leary, organizada por los servicios secretos ingleses para sacar del territorio francés a los aviadores británicos que caían en Francia. Pilar Ponzán, hermana del fundador de la red, fue uno de los miembros de esta cadena junto a las también españolas Alfonsina Bueno Ester y Segunda Montero22.

Como se puede apreciar por los testimonios que he expuesto durante mi intervención, la participación de las mujeres españolas en la Resistencia francesa fue amplia y variada. Pero pese a esta multiplicidad de actuaciones, su contribución a la liberación de Francia ha sido completamente obviada durante años. 

En un coloquio que se celebró en París en el año 1996, la vicepresidenta de la Federación de Asociaciones y Centros de Españoles Emigrantes en Francia (FACEEF) y coordinadora del coloquio, Francisca Merchán, se preguntaba por esta cuestión: “¿Por qué hay todavía miedo a decir que las mujeres tomaron parte activa en la guerra y en la Resistencia (...)?23 Hoy, casi nueve años después, la investigación sobre este asunto es todavía muy escasa y sus protagonistas, las mujeres, continúan siendo unas desconocidas, relegadas a la labor de meras auxiliares en una historia protagonizada por los hombres. “Para ellos, los honores; para nosotras, el olvido”, comenta con amargura Regina Arrieta 24.

De este olvido han tratado de rescatarlas otras mujeres. Fundamental, sin duda, para conocer en primera persona el relato de estas resistentes el libro de Neus Catalá, que les da voz a todas ellas. O los testimonios recogidos por otra mujer resistente Tomasa Cuevas, o los trabajos de Giuliana di Febo, Ingrid Strobl, Antonina Rodrigo, María Fernanda Mancebo, Pilar Domínguez, Mary Nash, Alicia Alted...25

Sus compañeros varones, preocupados durante algún tiempo por su propio olvido,  descuidaron la importante labor de sus mujeres, que se convirtieron en las víctimas de un nuevo silencio. El poeta asturiano José María Álvarez Posada, “Celso Amieva”,  escribía una carta a su amigo Eduardo Pons Prades para que incluyera en su libro un poema, que sirviera de homenaje a las mujeres que reconocía “con frecuencia hemos olvidado”. “Sin ellas, bien lo sabes –proseguía-, nosotros, los valientes, los heroicos guerrilleros, nos hubiéramos hundido moralmente más de una vez y, en el plano digamos operacional, pegado más morradas que pelos tenemos en la cabeza. Por eso te envío estos versos dedicados a las muchachas del maquis”. Las primeras líneas de su poema dicen: “Quiero nombrar aquí a las compañeras abnegadas y anónimas, enlaces y escuchas, auxiliares y guerrilleras o heroicas enfermeras, valientes y eficaces”26.

Como sus compañeros varones, sufrieron las penurias de los campos de concentración franceses, los peligros de la vida clandestina y la Resistencia. Fueron detenidas, torturadas, ejecutadas y conducidas al infierno de los campos de exterminio nazis, donde muchas encontrarían la muerte. Y, sin embargo, continúan siendo las grandes desconocidas de una historia que todavía está por escribir.

1.- Un estudio completo de las distintas oleadas migratorias se puede encontrar en J. Rubio, La emigración de la Guerra Civil 1936-1939. Historia del éxodo que se produce con el fin de la II República Española (Editorial San Martín, Madrid 1977).
2.- Titulares de la prensa francesa citados en G. Dreyfus-Armand, El exilio de los republicanos españoles en Francia (Crítica, Barcelona 2000) 48 y 49.
3.- Testimonio de Rosa Laviña, recogido por A. Soriano, Éxodos. Historia oral del exilio republicano en Francia, 1939-1945 (Crítica, Barcelona 1989) 174.
4.- A. Alted, “El exilio republicano español de 1939 desde la perspectiva de las mujeres”: Arenal 2 (1997) 223-238.
5.- S. Secundino, La última gesta. Los republicanos que vencieron a Hitler (1939-1945) (Aguilar, Madrid 2005) 399.
6.- N. Catalá, De la resistencia y la deportación. 50 testimonios de mujeres españolas (Adgena, Barcelona 1984) 16 y 17.
7.- Ibíd.
8.- Íd., 54.
9.- A. Rodrigo, Mujer y exilio 1939 (Flor de Viento, Barcelona 2003) 215.
10.- M. Yusta, Guerrilla y resistencia campesina. La resistencia armada contra el franquismo en Aragón (1939-1952) (Prensas Universitarias, Zaragoza 2003) 83.
11.- I. Strobl, Partisanas. La mujer en la resistencia armada contra el fascismo y la ocupación alemana (1936-1945) (Virus, Barcelona 1996) 29.
12.- A. Rodrigo, op. cit., 21.
13.- J. Martín y P. Carvajal, El exilio español (1936-1978) (Planeta, Barcelona 2002) 171.
14.- N. Catalá, op. cit., 54.
15.- N. Catalá, op. cit., 70.
16.- N. Catalá, op. cit., 76.
17.- N. Catalá, op. cit., 54.
18.- N. Catalá, op. cit., 55.
19.- S. Serrano, op. cit, 407.
20.- N. Catalá, op. cit., 44.
21.- N. Catalá, op. cit., 43.
22.- Sobre la red Pat O’Leary véase A. Téllez, La red de evasión del grupo Ponzán. Anarquistas en la guerra secreta contra el fascismo y el nazismo (Virus, Barcelona 1996) y P. Ponzán, Lucha y muerte por la libertad. Memorias de nueve años de guerra: 1936-1945 (ed. de la autora, Barcelona 1996).
23.- Actas del coloquio organizado por la FACEEF los días 9 y 10 de junio de 1995 en el Instituto Cervantes de París, Memorias del olvido. La contribución de los españoles a la Resistencia y a la liberación de Francia (1939-1945) (FACEEF, París 1996) 161.
24.- N. Catalá, op. cit., 56.
25.- T. Cuevas, Mujeres de la Resistencia (Siroco, Barcelona 1986); Íd., Mujeres de las cárceles franquistas (I, Madrid s. a.; II, Barcelona 1985); G. Di Febo, Resistencia y movimiento de mujeres en España (1936-1976) (Icaria, Barcelona 1979); M. F. Mancebo, “Las mujeres españolas en la Resistencia francesa”: Espacio, Tiempo y Forma(1996) 239-256; M. P. Domínguez, Voces del exilio. Mujeres españolas en México, 1939-1950 (Dirección General de la Mujer, Madrid 1994); M. Nash, Rojas. Las mujeres republicanas en la Guerra Civil (Taurus, Madrid 1999).
26.- E. Pons Prades, Republicanos españoles en la Segunda Guerra Mundial (La Esfera de los Libros, Barcelona 2003) 26





Las huelgas en la minería de ASTURIAS 1958 1965



1958

A raíz de unos despidos que tienen lugar a comienzos de marzo los trabajadores del pozo Mª Luisa van al paro en solidaridad, prontamente seguidos por los del Fondón y Sta. Eulalia, hasta alcanzar rápidamente los 15.000 huelguistas de las principales cuencas. El gobierno suspende tres artículos del Fuero de los Españoles durante 4 meses en toda la zona afectada por la huelga. Detenciones, despidos, multas, palizas, destierros son la respuesta del Gobierno.

Se crea espontáneamente la primera Comisión Obrera en el pozo La Camocha, forma de autoorganización obrera que se iría extendiendo al resto del país en años posteriores. En la que se integran trabajadores de prestigio. Es decir, honrados, cumplidores en el tajo y con capacidad de liderazgo. 
Bayón compartió ese liderazgo con Gerardo Tenreiro, un falangista gallego que combatió con la División Azul, y con Pedro Galache, un minero sin adscripción ideológica conocida. Los historiadores sitúan también a otros dos trabajadores como integrantes de esta comisión. Se trata de un miembro de las Juventudes Obreras Católicas (JOC) identificado como Francisco «El Quicu» y otro joven minero, del que se desconoce su identidad.

1962 

El 7 de abril los mineros de Nicolasa se declaran en huelga. Al día siguiente los del Baltasara, al otro los del Polio y así hasta que una semana más tarde toda la cuenca del Caudal se encuentra en huelga.

El lunes 16 la huelga se extiende a Turón y poco más tarde a la cuenca del Nalón, con lo que se cifra en 60.000 los trabajadores en huelga. La consigna es "Aumento general de salarios y solidaridad con nuestros compañeros de clase" . La respuesta del poder consiste una vez más en detenciones, palizas a obreros y sus mujeres y demás barbaridades. La solidaridad se manifiesta en otras zonas del país, como las mineras y las zonas fabriles de Vizcaya y Guipúzcoa. El 4 de mayo el gobierno declara el estado de excepción en provincias. Pero nada puede detener a los mineros y el 24 de mayo el BOE accede a las pretensiones de los huelguistas. Por primera vez en el franquismo un movimiento obrero de masas resulta victorioso. El conflicto alcanza una repercusión internacional. Intelectuales publican un manifiesto denunciando las torturas a las mujeres de los mineros. Durante los años siguientes continúan de manera intermitente los conflictos en la minería asturiana.

En 1965 una manifestación de mineros en Mieres exigiendo la libertad de unos detenidos acaba con el asalto a la comisaría de la localidad, hecho insólito en la historia del franquismo. Ante las graves pérdidas de las empresas mineras, el gobierno franquista decide la nacionalización de gran parte de ellas, formando la gran empresa HUNOSA, que acoge a la mayoría de las explotaciones mineras asturianas.

HUELGAS (1950 - 1975)


    

1942      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                16 de octubre.- Se promulga la Ley de Bases de Trabajo, regulando la elaboración de las reglamentaciones laborales. Se prohibe la 'huelga'.

               
1946      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                27 de enero.- Huelga general enManresa (Barcelona).

1947      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                 (1 - 6) de mayo.- Huelga en la Industria de Vizcaya y Guipúzcoa.

               
1951      ------------------------------------------------------------------------------------------------
                (1 - 5) de marzo.- Huelga general en Barcelona.
 (23 - 24) de abril.- Huelgas en Euzkadi.

               
               
1953      ------------------------------------------------------------------------------------------------
                 (3 - 5 ) de diciembre.- Huelga en Bilbao.

               
1956      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                (8 - 11) de febrero.- Sucesos universitarios en Madrid. Los estudiantes se manifiestan en la calle. Como consecuencia, el Rector, don Pedro Laín Entralgo, es destituido. El Ministro de Educación Nacional Joaquín Ruiz-Giménez y el Ministro de Justicia Raimundo Fernández Cuesta salen del gobierno. Hay detenciones de estudiantes e intelectuales, entre otros, Dionisio Ridruejo.
 (9 - 16) de abril.- Huelgas en Cataluña y Euzkadi.

1957      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                enero-febrero.- Boicoteo contra el transporte público en Madrid y Barcelona.
febrero.- Huelgas de estudiantes en Madrid y Barcelona.
 (7 - 23) de marzo.- Huelga de mineros en Asturias.

1958      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                marzo.- Huelgas en Asturias, Euzkadi y País Valenciano.
21 de marzo.- Paro en las Universidades de Madrid, Barcelona, Sevilla y Zaragoza.

1959      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                18 de junio.- Huelga nacional pacifica con poco éxito. Numerosas detenciones de miembros del Partido Comunista, como la del dirigente Simón Sánchez Montero y la del dirigente del Frente de Liberación Popular, el diplomático Julio Cerón.

               
1962      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                febrero.- Comienzan las huelgas de Guipúzcoa y otros lugares de España. Manifestaciones y asambleas en las Universidades de Madrid y Barcelona. Numerosos estudiantes detenidos.
7 de abril.- Comienzan las huelgas en las minas de Asturias. A finales de mes, entre otros sitios, quedó extendida a Euzkadi, León, Puertollano, Peñarroya, Río Tinto, Cádiz, El Ferrol, etc.
mayo.- Las huelgas se extienden a Barcelona y Madrid. El gobierno declara el estado de excepción en Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa.
Tiene lugar la primera Asamblea de ETA.
Aparecen las Comisiones Obreras en las huelgas, que ya habían aparecido con intermitencia en Vizcaya y Asturias.
agosto.- Nuevas huelgas en Asturias.

1963      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                agosto.- Nuevas huelgas en Asturias.

1964      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                2 de septiembre.- Crecen las huelgas y conflictos sociales.

1965      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                enero.- Asambleas libres y manifestaciones de estudiantes en Madrid con el apoyo de algunos profesores. Con este motivo, el gobierno suspende a los catedráticos Enrique Tierno Galván, José Luis López Aranguren y Agustín García Calvo, expulsados de sus cátedras unos meses después.
marzo.- Asambleas y manifestaciones de estudiantes en Barcelona en solidaridad con el abad de Montserrat, monseñor Aureli Maria Escarré, que se ve obligado a exiliarse por las presiones del gobierno.
19 de diciembre.- El Código Penal distingue entre huelgas económicas y de tipo político.
1966      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                9 de marzo.- Asamblea del Sindicato Democrático Universitario en el convento de los Capuchinos de Sarriá (Barcelona). La policía rodea el lugar y lo asalta al día siguiente. Como respuesta, se celebran huelgas y asambleas en las principales Universidades de España.
marzo-abril.- Las huelgas se extienden por Madrid y Asturias.
(8 - 24) de abril.- Semana de 'renovación universitaria' en Barcelona.
30 de abril.- El gobierno cierra la Universidad de Barcelona.
11 de mayo.- Manifestación de sacerdotes en Barcelona.
28 de junio.- Manifestación en Madrid para presentar un pliego con once reivindicaciones elaboradas por Comisiones Obreras y firmado por treinta mil obreros. Son detenidos Marcelino Camacho, Hernando, Maestu y Martínez Conde.

1967      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                27 de enero.- Jornada de Comisiones Obreras en Madrid. Manifestaciones multitudinarias. Detención de Marcelino Camacho y de Julián Ariza.
Huelgas y asambleas en las Universidades. Fracasan las Asociaciones de Estudiantes que el Gobierno quería imponer para sustituir al SEU.
21 de abril.- El Gobierno declara el 'estado de excepción' en Vizcaya.
En toda la ría de Bilbao, huelgas de solidaridad con la de 'laminación de bandas en frío' de Echevarri, que durará seis meses.
1 de mayo.- Agitación y manifestaciones. Numerosas detenciones.
octubre.- En las Universidades hay una hegemonía del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios, que son reprimidos duramente.
27 de octubre.- Nueva jornada de CCOO, con serios enfrentamientos.

1968      ------------------------------------------------------------------------------------------------
28 de marzo.- Cierre por tiempo indefinido de la Universidad de Madrid.
julio.- Gran revuelta en el País Vasco por prohibir misas y funerales por el joven de ETA Francisco Javier Echevarrieta muerto por la Guardia Civil.
noviembre.- Sesenta sacerdotes ocupan el Seminario de Derio (Vizcaya) en defensa de las libertades vascas.

1969      ------------------------------------------------------------------------------------------------
17 de enero.- Huelgas universitarias. Asalto al Rectorado de la Universidad de Barcelona.
21 de enero.- Estando detenido desde el día 17 por agentes de la Brigada Político-Social, el estudiante Enrique Ruano Casanova, miembro del Frente de Liberación Popular, muere al tirarse por un balcón. Se producen grandes manifestaciones de duelo y asambleas de estudiantes.
25 de enero.- El Gobierno declara el 'estado de excepción' en toda España. Muchos intelectuales son confinados. Durará hasta el 25 de marzo.

1970      --------------------------------------------------------------------------------------------------
                julio.- En la huelga de la construcción de Granada, la policía mata a tres obreros.
julio.- El Gobierno militariza a los huelguistas del 'Metro' en Madrid.
septiembre.- Importante huelga de la construcción en Madrid.

1971      ----------------------------------------------------------------------------------------------

                septiembre.- Se constituye la Asamblea Democrática de Cataluña, en un local eclesiástico.
13 de septiembre.-.Huelga de la construcción en Madrid.
29 de septiembre.- Elecciones a representantes en Cortes por el tercio familiar.

1972      ----------------------------------------------------------------------------------------------
                enero-febrero.- Agitación universitaria.

10 de marzo.- Duro enfrentamiento en El Ferrol entre 4.000 huelguistas de la empresa 'Bazán' y la policía. Mueren tres obreros. Paralización total de la ciudad.
(15 - 30) de septiembre.- Huelga General en Vigo.

1973      ----------------------------------------------------------------------------------------------
                marzo.-
Huelga de San Adrián de Besós (Barcelona).
1 de mayo.- Muere un policía durante las manifestaciones prohibidas de Madrid. Se crea una crisis de gobierno al responder violentamente la extrema derecha, la fuerza pública y una parte de funcionarios.

junio.- Huelga General en Pamplona.



CONCLUSIONES A LAS HUELGAS EN LA ESPAÑA FRANQUISTA 1950 - 1975

La situación económica de los españoles y, por tanto, de los barceloneses, era muy difícil. En esa situación, al subir el Gobierno las tarifas de los tranvías de Barcelona pero no los de Madrid, a finales de 1950, provocó un malestar en la población, que se desencadenó en un boicot a los tranvías a partir del 1º de marzo de 1951. Ante la unidad que tuvo el pueblo barcelonés al no utilizar el tranvía, el Ministerio ordenó la suspensión de la subida. La Organización Sindical pidió a los enlaces sindicales, durante una asamblea celebrada el mismo día en el que se volvía a las tarifas antiguas en los tranvías, el que fueran los primeros en utilizarlos. A ésto se respondió con el alboroto y se convocó una huelga general para el 12 de marzo, que se llevó a cabo y que duró varias días más pero con una menor participación.


El Gobierno dictó sanciones económicas para los trabajadores que secundaran la huelga, pero especialmente la pequeña y mediana empresa, no denunció a los huelguistas. La huelga barcelonesa fué seguida por otras importantes en el País Vasco durante la primavera del mismo año. 

Todas tuvieron su origen en las malas condiciones en que vivía la clase trabajadora y la postura patronal fué conciliadora, oponiéndose en general a seguir las órdenas de represalías dictadas por los Gobernadores Civiles. El PCE, sin el apoyo de las otras fuerzas de la oposición debido a su falta de coordinación, impulsó en Madrid para el 22 de mayo de 1951 un boicot al transporte público, a la prensa, al comercio y a los espectáculos, llevándose a cabo sólo de una forma visible en los barrios obreros.

A partir del año 1951 y hasta 1955, al aumentar el nivel de vida de los españoles, las acciones reivindicativas obreras fueron escasas, aunque también influyó en ello el encarcelamiento de muchos militantes de partidos y sindicatos clandestinos

Al anunciar la dirección de Astilleros Euzkalduna, de Bilbao, el 30 de noviembre de 1953, la suspensión de los destajos y de las horas extraordinarias, se inició una huelga que terminó pocos días después, al aceptar la empresa el consejo del Gobierno de aumentar los salarios, aunque despidíó a varios trabajadores.

El Gobierno aumentó los salarios en enero de 1954, pero la subida pronto quedó empequeñecida debido a la fuerte inflación. Con esta subida el Gobierno tenía una justificación para reprimir con más fuerza a los movimentos obreros y por lo tanto sólo se llevaron a cabo pequeñas acciones reivindicativas.

La subida general de precios durante 1955 y 1956 fue enorme, mientras que los salarios estaban congelados. Debido a ello, el descontento de la clase trabajadora era enorme y temiendo el Gobierno que se produjeran nuevas huelgas, aumentó los salarios en el mes de marzo de 1956 un 16% y prometió otra subida para el otoño del mismo año del 6%. La exigua subida salarial no satisfizo a los trabajadores y se lanzaron a la huelga durante el mes de abril, primeramente los de Pamplona, extendiéndose poco después a las otras regiones vascas. Esto ocasionó despidos y sanciones para diversos trabajadores, aunque en diferentes empresas lograron subidas salariales significativas.En Cataluña también se realizaron huelgas como protesta por el alza de precios y demandando aumento de salarios durante el mismo mes. Por orden del Gobernador Civil, algunas empresas cerraron, pero al recibir Acedo Colunga, Gobernador Civil, órdenes de Madrid para que suprimiera la excesiva dureza con que las quería atajar, los empleados se fueron incorporando a sus puestos de trabajo paulatinamente. Las huelgas señaladas provocaron que en el otoño el Gobierno subiera los salarios un 30% en lugar del 6% prometido, pero pronto quedó corta la subida al generar un alza de precios, especialmente durante las fiestas navideñas. Así, al subir las tarifas de los transportes públicos de Barcelona en enero de 1957, los usuarios los boicotearon y se llamó a la población a una huelga general que la Policía pudo abortar.

La población madrileña se solidarizó con ese boicot efectuado otro de idénticas características durante dos días en el mes de febrero.

La oposición estudiantil universitaria provocó diversas manifestaciones en febrero de 1956 y en agosto fundó la Agrupación Socialista Universitaria, en la que sus miembros eran de diferentes ideologías.

A partir de 1957, al aglutinar los partidos obreros y los sindicatos clandestinos a la mayor parte de los impulsores del movimiento obrero, las huelgas comenzaron a estar organizadas, ya que se empezaron a formar comités de trabajadores en los centros de trabajo. El PCE propuso una "jornada de reconciliación nacional" para el 5 de mayo de 1958, que se llevó a cabo con un pequeño boicot a los transportes públicos en los barrios obreros madrileños. A partir de las elecciones sindicales de 1957, de las que salieron elegidos enlaces sindicales un buen número de trabajadores ligados a organizaciones obreras, se relanzaron los movimientos huelguísticos, principalmente en las minas asturianas y en las fábricas del País Vasco y Cataluña.

El año 1959 comenzó con huelgas y paros parciales en diversas localidades de toda España. Por su parte, el PCE junto con algunos partidos burgueses recién formados en la clandestinidad, convocaron a la población a una "huelga nacional pacífica" para el 18 de junio, pero al pronunciarse en su contra las organizaciones del Frente Popular, fué un fracaso.

En los años 1960 y 1961 continuaron los movimientos huelguísticos en España, provocados generalmente por los bajos salarios. El año 1962 se caracterizó por el aumento de las huelgas, mayormente durante las discusiones de los convenios colectivos. Estas se iniciaron en la minería asturiana, extendiéndose a continuación a las provincias de Vizcaya y Guipúzoa, provincias en las que el Gobierno decretó el estado de excepción. Después de varios meses, el Gobierno decretó el aumento del precio del carbón, cuyo margen de beneficios sería destinado para el aumento del salario de los mineros, con lo que se fué volviendo a la normalidad en todo el país.

Durante estas huelgas, el sector más progresista del catolicismo español se solidarizó con los huelguistas, los mismo que un buen número de intelectuales. Por su parte, el Gobierno desarticuló varias organizaciones cladestinas.

A partir de 1963, aunque siguieron siendo ilegales hasta 1975, el Ministerio de Trabajo publicó datos sobre el número de huelgas anuales, siendo 1970 el año de más conflictividad con más de 1500 huelgas en toda España. Las zonas más industrializadas fueron las regiones más conflictivas en la década de los sesenta, a las que se unió, en la década de los setenta, algunas regiones predominatemente agrícolas. De los círculos obreros católicos surgieron, entre 1960 y 1962, los sindicatos cladestinos Unión Sindical Obrera (USO) y Acción Sindical de Trabajadores (AST), siendo esta última el origen, durante 1969, del partido de ideología marxista-leninista Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT).

De las comisiones de obreros que, a partir de 1957, habían surgido principalmente en las minas asturianas y en las fábricas vascas al introducirsde en ellas el PCE para dirigirlas, se fundó el sindicato Comisiones Obreras, que primero funcionó dentro del sindicato vertical y, que al ser declarado ilegal y sus miembros perseguidos policialmente, funcionó en la clandestinidad, lo que no le impidió ganar las elecciones sindicales de 1966, 1971 y 1975.Como resumen, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el número de huelgas en España, de 1963 a 1974, pese a que estuvieran prohibidas, han sido las siguientes: 1963, 241 huelgas. 1964, 126 huelgas.1965, 150 huelgas. 1966, 147 huelgas.1967, 513 huelgas. 1968, 309 huelgas.1969, 439 huelgas.1970, 1542 huelgas.1971, 549 huelgas.1972, 713 huelgas1974, 1926 huelgas.