Lucía Sánchez Saornil


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(Madrid 1895 – Valencia 1970)
Luchadora y perdedora: Lucía Sánchez Saornil con Isabel Franc.
Fue escritora, poeta y política destacada, pero su nombre no aparece ni en los libros de literatura ni en las antologías poéticas ni en los manuales de historia. Solo algunas estudiosas del feminismo anarquista han intentado rescatar su figura de un olvido voluntario del que no salió.
Madrileña, de familia pobre, nació en 1895. Tras la temprana muerte de su madre y de un hermano, tuvo que hacerse cargo de su padre y de su hermana pequeña. Compaginaba el trabajo de telefonista con los estudios en la Academia de Bellas Artes. Allí empezó a relacionase con la vanguardia literaria de la época. Fue pionera del ultraísmo -movimiento poético iniciado en 1918 que promulgaba la urgencia de una renovación radical del espíritu y de la técnica. Pionera de la exhibición del deseo lesbiano, sus poemas eróticos dedicados a la belleza femenina poseen una fuerza y una originalidad poco comunes.
Fue también la dirigente anarquista más singular de la Guerra Civil. Consideraba la Republica una farsa proveniente de la burguesía que, una vez conseguida, había que derribar. En 1933 fue nombrada secretaria de redacción de la CNT de Madrid. Su posición feminista se fue reafirmando con los años. Desde publicaciones como Tierra y Libertad, La Revista Blanco y Solidaridad Obrera, defendía que la lucha de la mujer no debía estar supeditada a la lucha de clases e instaba a sus compañeros a liberar a las mujeres de sus prejuicios en sus propias casas.  A cambió, recibió el descrédito y la descalificación por parte de los y las dirigentes de la CNT y de la FAI, incluida Federica Montseny.
En 1936, antes de estallar la guerra, fundó, junto con Mercedes Comaposada y Amparo Poch, una sección femenina de la CNT conocida como “Mujeres Libres”. Pero, a pesar de contar con más de 20.000 afiliadas, lo único que pudieron hacer fue editar una revista con ese mismo nombre, de la que Lucía fue editora y redactora. Los propios anarquistas desplazaron a la organización de cualquier acción libertaria dentro del  movimiento y solo les permitieron dedicarse a labores de intendencia.
En 1938 ocupó la secretaria del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista. Se trasladó a vivir a Valencia donde fue redactora jefe del semanario Umbral y allí conoció a América Barroso, la que sería su compañera durante toda su vida. Finalizada la contienda, ambas se exiliaron a Francia. Vivieron dos años en el país vecino hasta que en 1941 regresaron a España huyendo del nacionalsocialismo alemán. En un principio, eligieron Madrid como ciudad de residencia, pero  al ser reconocida Lucía, decidieron instalarse en Valencia donde vivieron en el más absoluto anonimato.
Inteligente, feúcha y sentimental, la vivencia de sus ideas y de su sexualidad la llevó a un sentimiento de derrota que quedó reflejado en algunos de sus versos «Has jugado y perdiste: eso es la vida».
Tras serle diagnosticado un cáncer, pasó los últimos días de su vida inmersa en una angustiosa búsqueda de la fe.“¿He de creer en ese Dios absurdo / ese Dios que hizo al hombre contrahecho?”.
Defensora de los derechos de las mujeres, luchadora libertaria y militante en la  vanguardia literaria y política durante las décadas de 1920 y 1930, falleció olvidada el 2 de junio de 1970. Su compañera, América Barroso, hizo poner como epitafio en su tumba: “Pero… ¿es verdad que la esperanza ha muerto?”
Para conocerla mejor:
En 1996, Editorial Pre-Textos junto con el IVAM editó su poesía conocida, que no es toda la que escribió, en un volumen preparado con todo rigor por Rosa María Martín Casamitjana con la colaboración de Antonia Fontanillas.
En su figura se inspira una de las tres protagonistas de la película Libertarias.







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