Antonio
Serrano González
Aquel
exilio que se inicia en los primeros días del mes de febrero de 1939, en el que
cerca de medio millón de personas, mujeres, adultos, niños, ancianos de todas
las edades, pasamos los Pirineos y cruzamos la frontera francesa perseguidos
por el ejército franquista que había tomado la ciudad condal el 26 de enero.
Ese exilio acaba de ser recordado por Julio Martín Casas y Pedro Carvajal
Urquijo, en la Colección Historia y Sociedad de Planeta. Muchos de aquellos que
fueron creciendo por Francia, Bélgica, Inglaterra, Rusia, algunos hoy ya
ancianos, han recordado momentos que ellos guardan en sus recuerdos como estampas
de ese pasado triste y doloroso.
Sobre
la guerra civil que se le impuso al pueblo español, se han escrito más libros
que sobre la primera y segunda guerra mundiales juntas. Juan García Durán,
compañero galaico, maestro de escuela, secretario general del CN y de la
Alianza Democrática, huido de España cuando las botas policíacas sonaban tras
sus espaldas, logra desde Francia llegar a Montevideo, allí logra una beca para
un trabajo de investigación histórica que realiza en los Estados Unidos, y esta
investigación le da la
reseña de más de 30.000 títulos de libros publicados por diversos países
europeos y de América del Norte y del Sur. Más tarde, Ricardo de la Cierva,
franquista, fascista, monárquico, hablará de más de setenta mil títulos
registrados. Sí, así es, como corrió mucha sangre, ha corrido mucha tinta.
No
es posible transmitir todo cuanto allí se dice ni cuanta indicación sugieren,
se describen lo que fueron los campos de concentración franceses, las
guarderías infantiles, el trato y maltrato de esos primeros días que la
administración francesa, pillada desnuda, al no tener nada previsto, tuvo que
improvisar, y casi siempre las improvisaciones crean muchos errores y
desaciertos.
El
asturiano Antonio Martínez nos cuenta: "veníamos bastante sucios, habíamos
tirado por la borda toda la ropa que llevábamos, alguien corrió la voz de que
en Rusia nos iban a dar ropa nueva. Cuando llegamos nos recibieron con música,
pero nada dice de la ropa. Aquel gran inquisidor bolchevique, Jesús Hernández,
nos dice en su libro Yo Ministro de Stalin en España,: "El capitán del
barco anuncia por megáfono que estamos entrando en aguas territoriales
soviéticas". Todos, en un delirio, gritaban vivas a la Unión soviética al
mismo tiempo que comienzan a tirar al agua la ropa que llevan puesta. Una joven
madre lanza al mar la ropa de su bebe de pocos meses. Ante aquello digo al
delegado del partido que convoque urgente una reunión en la sala comedor. Allí
les digo el equívoco que han hecho al deshacerse de la ropa que llevaban. Allí
a donde vamos no encontraremos nada".
Aquellos
hombres y mujeres, cuando escucharon aquel exhorto, no supieron que responder,
se les acabó la voz, tal poder ejerce la jerarquía sobre las masas que son sus
bases. El español tan gritón, ya lo decía León Felipe en un feliz y hermoso
poema: "por qué grita tan fuerte el español, porque tiene razón, porque
tiene hombría". Pues quienes viajaban en aquel barco, habían perdido la
voz, habían dejado de gritar. La hombría la habían perdido también, pues lo
menos que debieron hacer, con el camarada Jesús Hernández, era lanzarlo al
agua, ya que él llevaba quince años escribiendo y perorando por toda la
península las bondades y riquezas de la llamada "patria del
proletariado".
Los
autores han tenido el acierto de reproducir el decreto del general Mola, hecho
en Pamplona al inicio de la guerra. Ese decreto no debe ser olvidado, la
criminalidad que allí resalta hay que tenerla presente por los siglos de lo
siglos, ya que indica cual era la esencia del ejército español: "Se tendrá
en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes
posible al enemigo. Serán encarcelados todos los directivos de los partidos
políticos, sociedades o sindicatos no afectos al movimiento, aplicándoles castigos
ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o
huelgas. Las vacilaciones no conducen mas que al fracaso. Es necesario propagar
una atmósfera de terror. Cualquiera que sea, abierta o secretamente, defensor
del Frente Popular debe ser fusilado". Y sobre el mismo tema, Josep M.
Sala i Sabaté nos recuerda: "Simultáneamente grupos de falangista,
requetés y derechistas en general, iniciaron su obra de limpieza general. Los
campos, los caminos, las tapias de los cementerios y las cunetas de las
carreteras se llenaron de cadáveres, que fueron enterrados en tumbas anónimas
en el mismo lugar donde se produjeron los asesinatos".
No
falta la mentira, la felonía de aquellos que no cesaban de repetir: ¡Resistir!
¡Resistir!...pero ya tenían oculto el avión que los llevaría por lo pronto a
París. Pasionaria se explaya contra la Columna de Hierro, al igual que haría
más tarde contra quien fuera presidente del Consejo de Aragón, Joaquín Ascaso.
En su libro El único camino, dice que: “ Ascaso vivía majestuosamente en
América gracias a las joyas y el oro robado". Ascaso vino de Francia a
Venezuela, y en Caracas trabajó como jefe de almacén de la mejor mueblería, que
tenía dos fábricas que trabajaban para ella, y Ascaso despachaba el material que
estas fábricas necesitaban. Cansado de la vida caraqueña, marchó a Chile, y en
Santiago trabajó en un laboratorio farmacéutico. Aquello no fue bien y regresó
a Caracas, pero ya no pudo entrar en la misma empresa, los tiempos habían
cambiado, y a su edad no podía hacer de encofrador, que era su oficio. Su
compañera tuvo que emplearse en una tienda como vendedora, y este será el único
jornal que llegará al hogar. En sus últimos años lo pasaron muy mal, con muchas
penurias y muchas necesidades.
Uno
de estos exiliados, hoy sobreviviente de aquella tragedia, Argentina Álvarez,
nos dice: "Yo caí en casa de un anarcosindicalista, de izquierda
naturalmente, allí pasé mi juventud hasta que me casé". No está muy claro
desde que lugar habla esta señora Argentina Alvarez. Más adelante, en la página
39, habla una Isabel Argentina Álvarez, residente en la Habana, Cuba, en donde
hace de traductora, no sería en donde fue recogida y albergada en la casa de
un "anarcosindicalista de izquierda", como quien afirma que hay
anarcosindicalistas de derechas. Podemos afirmar, que de ser de derechas muy
poco tendría de anarcosindicalista.
A
Inglaterra llegaron niños y niñas vascos, atendidos por organizaciones
religiosas y políticas, porque el gobierno inglés no contribuyó a su mantenimiento.
Aquel 19 de junio 1937, en que el ejército fascista entró en Bilbao, lo anuncia
así: "Noticias de España, las Fuerzas nacionales de Franco han tomado
Bilbao". Y se armó un revuelo increíble, los chiquillos destrozamos mucho
el campamento, destrozamos al tipo que lo habla radiado, le destrozamos la
caravana, todos los niños chillándole: ¡Fascista!. Ahí si que no hubo
segregación. De haberlo visto León Felipe, hubiera pensado: "Estos no han
perdido su españolidad".
Un
asturiano recuerda: "entonces me tocó verlos desde el bosque donde estaba
escondido. Los llevaban hasta el ayuntamiento de Pongo, y desde allí hasta una
montaña que separa Asturias de León. Allí hay un hueco, al que tiras una piedra
y no sabes a donde llega y no gastas ni un tiro para matarlos. Amarrados de dos
en dos, los empujan hacia el hueco. ¡La huesera que hay allí!.
El
día 20 de mayo de 1939, un día después del "Desfile de la Victoria de las
tropas franquistas”, en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid se celebraba un
solemne Te Deum de agradecimiento, y de ofrenda de la espada de la Victoria, en
acción de gracia por la providencia del Señor con las armas españolas y en
reconocimiento público del auxilio divino, sin el cual hubiera sido imposible
nuestro triunfo. Ante el cardenal Isidoro Gomá, primado de las España, la
iglesia reconocía oficialmente al general Franco como caudillo por la gracia de
Dios". Se ve clarito que aquí no hubo gracia, aquello fue una desgracia
que aún perdura. La gracia la tuvieron Alemania e Italia, también ayudó la
abstención de las llamadas democracias en vender armas a la república, sobre
todo Francia, y la hoy llamada Reino Unido.
Serían
muchos años después, cuando el cardenal Tarancón, al término de una asamblea
episcopal, declaró: "La iglesia reconoce que algunas veces ha olvidado su
misión pastoral y se ha puesto al lado de unos y enfrentado a los otros".
No pasaron varios días, cuando Carrero Blanco, ante aquella cardenalicia
salida, y de que a él le diera por imitar a los astronautas navegando por los espacios,
respondiese: “El gobierno español ha pagado a la iglesia muchos millones de
pesetas para su misión pastoral y evangélica por los servicios prestados".
Mi amigo Mauro diría: “Ni los gobiernos ni la iglesia, en razones de Estado y
de dogma, nunca se rigieron por la ética; la moral es una careta de quita y
pon”.
Volviendo
al texto del exilio: "El mayor campo disciplinario fue el de Vernet, en el
Ariège. En él fueron internado los anarquistas de la 26 división, la que fuera
Columna Durruti. Disponía de espacios de castigo, que los detenidos bautizaron
como "cuadrilátero" y el "picadero", además de celdas de
aislamiento. Quienes por principios llevamos dentro de nosotros los
sentimientos más solidarios de afecto y camaradería, recibimos por adelantado
el mayor rechazo y repudio. No olvidemos la enorme fuerza que tenía la derecha
francesa y su gobierno, que era derechista y seguía la orientación de la
iglesia vaticana que apoyaba al franquismo contra la república.
Por
otro lado, los autores de este libro sobre el exilio español, se plantan en
medio de la plaza de España, plaza Mayor y Puerta del Sol, y desde allí gritan
fuerte, para que toda España los oiga, para que los de la Zarzuela y los de la
Moncloa no olviden que nosotros no olvidamos, y nos recuerdan que desde
Ginebra, la Comisión Internacional de Abogados denunciarían que el glorioso
Alzamiento Nacional, Santa Cruzada de Liberaci6n, entre 1939-1943, el régimen
franquista había ejecutado, sin ninguna clase de garantías judiciales, a cerca
de doscientos mil españoles. Pero aquellas voces se las lleva el viento, los
aliados triunfantes en la guerra desatan la guerra fría tratando de cortar los
pasos que los rusos buscan dar. En Yalta, los "tres grandes" se
habían repartido el mundo en zonas de influencia y España había caído bajo la
influencia inglesa, los hijos de la "Rubia Albión" no iban a ceder el
traspaso del régimen franquista a una nueva república que no aseguraba un
reconocimiento de supeditación a la nueva cara que se tejía para Europa.
Aquellos
exilados, que en Francia trabajaban en compañías de trabajo bajo mando militar
haciendo toda clase de trabajo que las necesidades económicas y militares de
Francia requerían, fundaron maquis para sabotear el paso a los ejércitos
alemanes, muchos otros trabajaban en las minas, y muchos más en la agricultura
para ocupar el puesto que el hombre de la casa había abandonado para ir a la
guerra. También se abrió, por necesidad, un nuevo servicio, llevar de un punto
a otro a miles de personas cuyas vidas estaban en peligro. Nos dicen los
autores del libro: "El más conocido es el anarquista Francisco Ponzán, que
activo desde el otoño de 1940, salvó la vida a más de mil quinientas personas.
Los españoles también organizaron redes de evasión para el paso de los Pirineos
hasta Portugal, Gibraltar o Norte de África. En colaboración con los servicios
secretos aliados consiguieron sacar a muchos aviadores británicos derribados en
la Francia ocupada, a judíos y a miembros de la resistencia, destacándose en
esta tarea los grupos anarquistas que desde el primer momento se sumaron a la
resistencia. "No es la patria francesa la que está en peligro, ni la
libertad de Francia la que está en juego, es la libertad, la cultura y la paz
mundiales".
También
Carlos Pi i Suñer ha recordado aquello que ha sido imposible olvidar. Se
refiere a la actividad de grupos vascos y catalanes: "Constituían unos de
los grupos más activos. El jefe de la delegación vasca era José Ignacio Lázaro,
un hombre correcto, cordial, con buenas relaciones y que sabía tocar muchas
teclas". Una de éstas era la relación con el Vaticano. Carlos Pi nada dice
de ello, pero escrito está por el propio presidente del país vasco, Aguirre. En
este mundo los humanos nos equivocamos algunas veces, pero el Vaticano se ha equivocado
muchas, y fue aquel radiograma enviado a Barcelona, en vez de serlo a Bilbao,
asegurando el acuerdo con el franquismo, por el que estos "no tomarían
represalias contra los vascos si estos deponían las armas y se entregaban"
(esto era una traición a la república). Pero como Bilbao no recibi6 el mensaje
del Vaticano, luchó hasta perder Bilbao. Para Aguirre, y buena parte de los
suyos, los vascos no tenían porqué luchar por España. De las pocas cosas buenas
que Negrín hizo, esta fue una, el radiograma llegado a la telefónica de
Barcelona se lo dieron a Negrín, éste lo metió en su bolsillo y nada dijo.
Entre
tres mil quinientos y cuatro mil hombres penetraron en el Valle de Arán,
dirigidos por Vicente López Tovar, con el proyecto de entrar en España: "Toda
España estaba presta para alzarse contra el franquismo. Tenía órdenes de
presentarme delante de Viella, y mientras yo tiraba para arriba, hubo en las
Burdas una batalla de la que ni nos enteramos. Fue la 400 Brigada, que era la
que estaba en Toulouse, y la mandaba un anarquista; allá murieron once o doce”.
Sin duda que este anarquista se había inscrito en la Unión Nacional en la
creencia de que allí estaban todas las fuerzas unidas contra el franquismo.
La
actividad de los anarquistas frente al franquismo no se puede silenciar,
actuaron en todo tipo de acciones, el alto número de muertos en el maquis
interior es el testimonio de su acendrado convencimiento ideológico, que los
hacía estar por todas partes y en todo lugar en la primera línea frente al enemigo.
Bueno,
es este libro para recordar, para no olvidar y tener fresca la mente, sobre
todo aquello en que el franquismo sobresale por su crueldad, su criminalidad y
su odio contra todo pensamiento que no fuese el suyo.
ORTO
Revista Cultural de ideas Ácratas, Apartado de Correos nº 322, 08910 Badalona.
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