Josefa Bas


Pasé la frontera en enero de 1939, al final de nuestra guerra, con un grupo de niños, mujeres y ancianos; nos llevaron a un campo de concentración del norte de Francia. Más tarde, poco antes de estallar la 2ª guerra mundial, encontré a mi madre en Marsella.

Ya durante la guerra, ocupada la mitad de Francia por los alemanes, me incorporé al trabajo clandesting en un grupo de "Jeunes Filles de France". Para mí, como para muchos refugiados procedentes de Cataluña y de toda España, la lucha continuaba, y luchar contra el nazi-fascismo era perseguir al mismo enemigo que había implantado en nuestra casa, sosteniendo un alzamiento contra el estado legal y democrático, la sucursal fascista llamada franquismo.
En la organización en la cual militaba hubieron grandes caídas y detenciones, y yo quedé desconectada.

Fué hacia el 1943 que, por conducto de mi madre, Manela Martí, supe que un "maquis" pedía mi ayuda, para misiones de enlace, ya que mi juventud (tenía 16 años) y mi aspecto físico -así como el buen dominio de la lengua francesa- me hacía apta para poder circular por unos departamentos en los cuales se necesitaba una orden de misión de los alemanes.

Este "maquis de Dordogne" era un destacamento mayoritariamente de españoles, más o menos ligado al "maquis" de la Corréze.

Eran unos 35 y tenían como misión principal hacer saltar la línea ferroviaria de París entre Gourdon y Brive-La Gaillarde, e impedir que ésta se acabara de electrificar, a fin de obstaculizar los movimientos de tropas y armarnento alemanes en este importante nudo geográfico.

Los compañeros bajaban de la montaña a realizar estas misiones muy al descubierto, ya que había escasez de armas ligeras.

Me tuve que encargar de proporcionarles pistolas y cajas de fulminantes (detonadores para explosivos) que nos procurábamos en Marsella, con la gente del hampa, muy importante en esta ciudad. Por medio de colectas entre los refugiados, podíamos pagar los altos precios que estas armas nos costaban.

Durante un tiempo estuve viajando de Marsella a la Dordogne transportando estas armas, y al llegar a Gourdon, un compañero que se llamaba Celestino, junto con un francés llamado Eloy, me ponían en contacto con una chica, Carmen Plá, que conocía a mi madre. Su hermano Jordi Plá, más o menos de mi edad, era el que me acompañaba al "maquis".

Pasábamos por caminos en los cuales, la forma de poner determinadas ramas, y otras señales que él conocía, nos permitía llegar al primer control, donde al ver a Jordi y decir éste la contraseña, nos acompañaban hasta el mando del "maquis", donde encontrábamos al responsable técnico, cuyo nombre de guerra era "Pernales" a quien yo le entregaba las armas.

También subí llevando dinero, y acompañando a chicos que querían incorporarse al "maquis"; entre ellos un aviador de la República, Rojas, del cual no he sabido nada más.

Cuando iba, me quedaba a comer con ellos, y ésto me permitió conocer a mucha gente de una tal cualidad humana que nunca podré olvidar. Un día les llevé platos y cubiertos de aluminio, para que tuvieran alguna pequeña comodidad.

Lo que más recuerdo, es el compañerismo y la solidaridad que reinaba en sus relaciones. Y siempre recordaré que aunque era joven y bonita, me trataron como una compañera más entre ellos, y con el más profundo respeto.

Más tarde, de regreso al país, he conocido otras formas de lucha, durante la época resistencialista y contra el franquismo. A cada tiempo le corresponde su táctica, y si bien quizás menos románticas, estas otras formas han sido necesarias para llegar de una manera y otra, a restituir un comienzo de democracia en nuestro país.


Barcelona, 28 de noviembre de 1978

Josefa Bas i Martí

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